miércoles, 24 de febrero de 2016

Impresoras de sublimación

A principios de los años 90, las impresoras de sublimación, basadas en tintas de cera que se transferían mediante calor, ofrecían una calidad muy superior a la de las impresoras de inyección en color (y a las matriciales en color, claro). Eso sí, el coste de adquisición era muy superior. Por ejemplo, la Tektronix Phaser 200 partía de 720.000 pesetas (más de 4.300 euros) en octubre de 1993.


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